26/3/13

Detrás de los iPads que Carlos Slim regalo a los Diputados.




El regalo de Slim a los 500 diputados alguien lo está pagando. O son los consumidores de los servicios telefónicos acostumbrados a pagar los sobreprecios de Telmex y de América Móvil o va a cuentas de futuro por favores que se recibirán.

 


Primero fueron los 20 diputados del Movimiento Ciudadano. Y el ejemplo cundió más tarde con algunos del PAN y del PRD.
Los legisladores decidieron regresarle a Carlos Slim los iPads que les mandó regalar como parte del contrato de conectividad que la Cámara de Diputados tiene con Telmex.
“Es un asunto de ética personal y de un principio que se llama moral pública”, dijo el diputado perredista Fernando Zárate al explicar la devolución de su tablet.
Es bueno saber que aunque por ahora solo sean 22 de los 500, aún existen políticos que tienen dignidad y principios que defender ante sus electores.
El obsequio del iPad en sí mismo puede parecer poca cosa. Pero el hecho de la intención que acompaña el “regalo” va más allá de un dispositivo móvil.
Existe un refrán norteamericano que dice “There´s no such a free lunch”, lo que en castellano significa que no hay tal cosa como una comida gratuita. Alguien paga su precio.
El regalo de Slim a los 500 diputados alguien lo está pagando. O son los consumidores de los servicios telefónicos acostumbrados a pagar los sobreprecios de Telmex y de América Móvil o va a cuentas de futuro por favores que se recibirán.
Porque el asunto de los iPads es apenas la punta de un iceberg de otras gratificaciones que los legisladores suelen recibir de Slim y de sus empresas, desde que están en campaña buscando su curul.
Al que lo dude que se dé una vueltecita cada tres años, en los meses previos a las elecciones, para que vea el desfile de candidatos a diputados y senadores por el Hotel Calinda de la Zona Rosa.
Sin importar partido, lo mismo son del PRI, del PAN, del PRD o del Verde, los estrategas del Ingeniero eligen a un puñado de aspirantes para apoyar el financiamiento de sus campañas.
La generosidad, por supuesto, tendrá que verse recompensada cuando el candidato ocupe su curul, en alguna votación comprometedora, de esas que pongan en peligro los privilegios de los negocios del donante.
Y no hace falta apadrinar las campañas de todos los candidatos. Solo los suficientes para que en un momento crítico se pueda articular el impedimento de tener una mayoría. Los necesarios para bloquear, pues.
Lo que los iPads vinieron a confirmar no fue otra cosa que el modus operandi del que se valen algunos prohombres para preservar privilegios que en este mundo global solo son posibles en un país de “favores” como el nuestro.