27/2/12

La Corrupción e Impunidad en los Penales de México. RIM.-Incompetentes, ciegos y sordos.



INCOMPETENTES, CIEGOS Y SORDOS

Hace 14 meses lo advertimos. Los penales en Nuevo León son una bomba de tiempo. Incluso, siete meses después revelamos con lujo de detalles la disputa interna en el Penal de Apodaca entre Los Zetas y El Golfo. Se designó a un nuevo director, pero traía consigo un expediente de corrupción que fue ignorado por el gobernador Rodrigo Medina. ¿Y las pruebas de confianza? ¿Y la explosiva sobrepoblación de las cárceles con reos federales que el gobierno de Felipe Calderón captura pero no sabe a dónde enviarlos?
Por Félix Arredondo, Hugo Gutiérrez24/Febrero/2012.


Nadie puede darse por sorprendido ante lo que sucedió enel Penal de Apodaca, en Nuevo León, con la masacre de 44 internos ligados al Cártel del Golfo y la fuga de 30 integrantes de Los Zetas.
Al presidente Felipe Calderón se le advirtió que la captura de cientos o miles de criminales obligaba a ampliar ymodificar el sistema penitenciario. No escuchó.
A Genaro García Luna se le delegó la responsabilidad de cuidar los exámenes de confianza. Pero como ni él mismo ni sus principales subordinados los aprobarían, enmudeció. El secretario de Seguridad Pública calló.
Y Rodrigo Medina fue ciego a las advertencias de que su nuevo director del Penal de Apodaca había sido despedido del reclusorio de Santa Martha Acatitla por presuntos actos de corrupción. El gobernador se volvió ‘invidente’, aun frente a las alertas publicadas hace siete meses por Reporte Indigo, que denunciaban las disputas entre Golfos y Zetas por el control de esa cárcel. Analicemos.
UN PRESIDENTE ‘SORDO’
Felipe Calderón no escucha razones. Su virtud está en el hablar, pero no en el escuchar.
En su discurso diario sobre lo que llama “su guerra” contra el crimen organizado, se desvive por presumir sus logros. Ya es cosa de todos los días.
Que la lucha es sin cuartel, que sus hombres de seguridad pública están depurando las corporaciones.
Que se están imponiendo los exámenes de confianza para evitar filtraciones de los criminales.
Que se está asesorando a los estados para que tengan mejores policías que apoyen la cruzada anticrimen.
Que cada día son más y más los jefes de los cárteles que están detrás de las rejas, purgando sentencias.
Pero todo ese discurso se desvaneció en la madrugada del domingo pasado, cuando en el Penal de Apodaca, en Nuevo León, 30 integrantes de Los Zetas se dieron a la fuga y 44 internos ligados al cártel del Golfo fueron ejecutados.
Cinco años del sexenio capturando a los cabecillas de los cárteles en el conflictivo Nuevo León, para que en una sola acción violenta recuperaran su libertad a la mala.
Sin que sea definitivo, el veredicto hasta ahora es que los directivos y algunos celadores del penal entraron en complicidad con los criminales, que tenían el control del sobreocupado reclusorio.
Y no se puede tapar el sol con un dedo. Cuando el presidente Felipe Calderón inició su lucha contra el narcotráfico, se advirtió sobre la escasez de penitenciarías.