Por Javier Reyes
El emblemático y petrolero Tabasco, el estado del perredista Andrés Manuel López Obrador y también delpriista Roberto Madrazo, vive en la antesala de un escándalo político.
Pero el personaje trae a cuestas un pesado historial de corrupción. Y el expediente, sometido por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), incluye el desvío documentado de fondos federales del Seguro Popular que ascienden a casi 85 millones de pesos.
Se presume que con estos desvíos –documentados entre 2007 y 2009–, el secretario de Salud hizo un “guardadito” para financiar sus aspiraciones de convertirse en gobernador de Tabasco. Pero las cosas se le complicaron.
Para eludir el ilícito exhibido por la ASF y que lo dejaría fuera de la carrera para suceder a su mentor Andrés Granier, el aspirante a gobernador por el PRI buscó restituir a la federación el monto desviado.
Lo hizo no con un cheque personal, sino con uno de la Tesorería estatal. Es decir, su jefe, padrino y protector –el gobernador– lo autorizó a usar fondos estatales para cubrir el desfalco federal. Pretendió tapar un hoyo federal abriendo uno estatal. Todo para salvar cara política.
Los dineros para cubrir el presunto desvío de fondos federales destinados al Seguro Popular fueron sustraídos de las partidas presupuestales de cinco hospitales estatales que hoy viven en la penuria por la falta de los recursos más básicos.
En pocas palabras, el gobernador de Tabasco eligió lavar el expediente de su ahijado político, rescatar la carrera de su delfín para sucederlo, por encima de la salud de los tabasqueños.
Y para cerrar el círculo, uno de los proveedores favoritos del sector salud manejado por Luis Felipe Graham resultó ser su cuñado Rodolfo Nieto.
Sí, el hermano de su esposa y también hermano del director general de Auditoría Gubernamental de la Contraloría del Estado.
Rodolfo Nieto le facturó al sector salud de Tabasco cerca de 50 millones de pesos. Le vendió desde clips hasta bombas sumergibles. Cobró desde 57 pesos hasta un millón 990 mil pesos.