El presidente Felipe Calderón celebró esta semana el pronóstico de Goldman Sachs, que augura que México será una de las siete economías más grandes del mundo en 2020. Sin duda, una excelente noticia. Pero mientras en el gobierno y en el mundo corporativo se festeja, en esos mismos días, el mexicano de la calle ve con azoro cómo en cinco zonas urbanas del país: Guadalajara, Monterrey, Saltillo, Morelia y Nuevo Laredo, arrecian los baños de sangre, los bloqueos y las víctimas ciudadanas.
Por Ramón Alberto Garza15/03/2012 -
Una noticia positiva, alentadora, acaparó esta semana los titulares y renovó el optimismo en el sector económico. Para 2020, México estará entre las siete economías más poderosas del mundo.
El festejado pronóstico viene de Jim O’Neill, el conocido director de Fondos de Inversión de Goldman Sachs que acuñó el célebre concepto de las economías Bric (Brasil, Rusia, India y China) como impulsoras del desarrollo mundial en esta década.
Más preciso aún en su intervención en Londres, el financiero pronosticó que para 2020, México contribuirá con 7.8 por ciento del Producto Interno Bruto Global. Por encima de Rusia y la India.
Pero la celebración de tan optimista escenario vino en una mala semana. Al menos para el ánimo del ciudadano de la calle que vive otro rostro menos amable, más crudo.
Un mexicano que vive una realidad destemplada cuando se lanzan fuegos artificiales para festejar que su país va en ascenso económico, mientras en las calles de sus ciudades el ruido de esos fuegos artificiales se confunde con los balazos de las confrontaciones urbanas contra el crimen organizado, que dejan decenas de muertos, muchos de ellos inocentes.
Sin duda, el anuncio de México como potencia mundial contrasta brutalmente con los titulares de la violencia exacerbada en Guadalajara, Monterrey, Morelia, Saltillo y Nuevo Laredo, por citar cinco zonas urbanas que están contra la pared. Y todo en la misma semana.
Escenas dantescas en una capital tapatía, ejecuciones sumarias en la capital regia, bloqueos que impiden la entrada y salida de autobuses en la capital michoacana, balaceras y persecuciones con bajas ciudadanas en la capital coahuilense y refriegas callejeras con elevado saldo rojo en la capital del libre comercio entre México y Estados Unidos.
Es cierto, como advierte Goldman Sachs, que México es un “growth market”. Pero también es cierto que México es hoy un “danger market” o, en el más optimista de los casos, un “warning market”.
Porque no alcanzamos a entender cómo un pronóstico de esta naturaleza puede florecer en un escenario donde los elementos evaluados son puramente económicos. Y aun en esas variables, hay mucho qué tejer.
En la evaluación que puso bajo la lupa la calidad de los mercados y que colocó a México como la potencial séptima economía para 2020, se advierte que existe una medición de 15 variables.
Pero cuando uno escanea las principales, no termina de entender cómo los analistas de Goldman Sachs pueden escalar a México en el ranking mundial.
Sobre todo, cuando las variables analizadas incluyen leyes, corrupción, estabilidad política, déficit fiscal, educación, inversión, Internet, celulares, computadoras y apertura económica.
Y es que con la salvedad del déficit fiscal, que se mantiene sano, el resto de las variables dejan mucho qué desear en México.
¿Alguien puede decir que las leyes mexicanas son respetadas? ¿Va la corrupción a la baja? ¿Podemos presumir que tenemos una creciente estabilidad política? ¿Es la educación de los mexicanos un motor real del desarrollo?
¿La inversión que llega a México es activa o especulativa? ¿Nuestro país es líder en acceso a Internet, en el uso popular de la computadora o en el acceso a tarifas celulares competitivas? Aun en medio de una economía dominada por monopolios y duopolios, ¿podemos presumir de apertura económica?
Por eso hablamos de los dos rostros de México. El que se presenta maquillado con las cifras alegres de una macroeconomía, de petroprecios a 110 dólares el barril. Una economía que es elogiada por los analistas mundiales, pero que no acierta a bajar al bolsillo del ciudadano común.
El mismo Jim O’Neill lo reconoce en su evaluación sobre nuestro país. “Hay una percepción de que la forma en que se ha usado el petróleo no ha sido tan benéfica para México”.
Y aunque el rostro maquillado de la economía se presenta como la mejor cara, ni los analistas de Goldman Sachs pueden ignorar que hay otra cara, la ensangrentada, la de la inseguridad. Un rostro violento que cada día se asoma más en el espejo internacional.
Quizá por eso Jim O’Neill advirtió que México debe trabajar en mejorar su imagen, porque “tiende a atraer atención implicando que (el crimen y la inseguridad) dominan cada aspecto de la vida diaria”.